La Mendoza que desconocemos.
Por @chanchoalado
En 1949, Helga “Puddie” Von Heydrich, íntima amiga y confidente de Annelies Marie Frank Hollander, mejor conocida como Ana Frank, subió temerosa por la rampa del vapor “El cornalito ario” acompañada solamente por su baúl y su oveja de felpa, “Paul Joseph”.
Tras el final de la guerra, Helga tuvo la misma disyuntiva de muchos de sus amigos, todos ellos entusiastas participantes de “la solución final”, uno de los mayores genocidios de la historia. Sus compañeros, la mayoría jerarcas nazis, optaron por huir como ratas a diversos lugares del globo, tratando de evitar así las serias condenas que les esperaban. Helga tuvo contacto epistolar con Hasso von Manteuffel, su ex-pareja y otrora General der Panzertruppe. Hasso había llegado a suelo sudamericano un par de años antes y se había radicado definitivamente en Las Catitas, usando el nombre falso de Olegario Arenas. Helga recibió una invitación formal para quedarse con él, garantizándole la seguridad del tranquilo pueblo del Este mendocino.
Tras arribar al País, Helga vivió unos años en Buenos Aires, en el partido de 4 de Junio (que luego pasaría a llamarse Lanús) donde consiguió trabajo en la fábrica Orbis, ensamblando manualmente termocuplas y decorando chisperos. Nada de esto la satisfacía y odiaba Argentina, pero no tenía otra opción debido a su pasado Nacional-Socialista. Tras acceder al ofrecimiento de Hasso, y en pleno viaje hacia Mendoza, recibió la noticia de que el ex oficial Nazi había muerto a la vera del carril Cajetas, aplastado por la caja de cambios de su F-150. Desolada, y sin absolutamente nadie conocido, bajó en la terminal de ómnibus aquel sábado de 1954 con un viento zonda que volaba los perros.
Hacia fines de 1956 Helga tenía una vida tranquila y rutinaria y un modesto pasar económico gracias a su trabajo en Casa Arteta y algunas changas que hacía por las tardes entre sus vecinos del flamante Barrio Flor de Cuyo, sin embargo todo cambiaría en su vida aquella noche en la boîte “El camino de tierra” cuando conoció a Alfredo “Bebi” Saiad. Esa noche, Helga se enamoró perdidamente del playboy mendocino. Pocos meses después, Alfredo y Helga contrajeron matrimonio en la Iglesia Nuestra Señora del Advenimiento y se mudaron juntos a la coqueta 5ta sección. Helga, gozando de una bonanza económica sin igual, instaló la imprenta “Arschderwelt”, y decidió lanzar una publicación para la juventud, la revista “Zahlnull”, que buscaba imitar a los impresos americanos, como la exitosa Playboy o la menos conocida Stag. En la cerrada y conservadora sociedad mendocina, el magazine fue un rotundo fracaso, no obstante, Helga siguió adelante con su publicación mensual.
En 1960, el Mossad intercepto una carta que enviara Von Manteuffel, ya como Olegario Arenas a su primo Gerhard en Múnich, donde le comentaba sobre el viaje de Helga y de cómo intentaría reconquistarla para así levantar desde Las Catitas el abatido orgullo Nazi y poner el su lugar a los “cerdos miserables” que habitaban tan lejanas tierras. Luego de que el gobierno israelí recibiera ese dato, fueron enviados una serie de agentes de inteligencia para que realizaran labores rutinarias en un domicilio cercano al de Helga. Simulando llevar un paquete, los agentes del MOSSAD lograron que su esposo, Alfredo recibiera el mismo. Con el dato confirmado, el primer ministro israelí, conformó un comité de emergencia integrada por la cúpula del gobierno y del MOSSAD y resolvió: "traer a Von Heydrich a Israel, como sea".
Al salir de la coqueta peluquería “El rulo peronista”, Helga es interceptada por el Agente Goldsack pero escapa y le pide encarecidamente a su marido que continúe con su revista. Al enterarse del pasado de Helga, Saiad vende la imprenta y la revista a los dueños de El Guipur, y se suicida.
Hace 15 años, dos mendocinos encuentran los viejos ejemplares de la Zahlnull, y deciden reeditarla, con el nuevo nombre de “Zero”. Es resto, es historia conocida.
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